25 abr 2008

¿Cambiazo de la lengua por decreto?



Javier Marías ingresará el próximo domingo en la Real Academia Española. El escritor afirma que la lengua no pede cambiarse por decreto.

El Congreso se permitió imponer oficialmente que se tuviera que decir "A Coruña" y "Girona", cuando, si se habla en castellano, lo lógico sería decir 'La Coruña' y 'Gerona'. Intentar que por decreto se diga de una manera que no es la normal, eso es intolerable, es una usurpación de atribuciones y es también algo dictatorial", asegura Marías.
En su casa de Madrid, rodeado de un sinfín de libros y de su curiosa colección de soldaditos de plomo, Marías (Madrid, 1951) adelanta las líneas generales del discurso que leerá el domingo, titulado ‘Sobre la dificultad de contar’; se confiesa "muy pesimista" ante el aluvión de incorrecciones que cometen los hablantes y se refiere a "las presiones" que recibe la Academia para "quitar o poner palabras".
El autor de ‘Corazón tan blanco’, quizá el novelista español actual de mayor prestigio internacional, cuya obra está traducida a unos 40 idiomas, está ilusionado con su ingreso en la RAE, aunque el frac que se exige para la ceremonia no parece convencerle demasiado. "Nunca me he disfrazado de eso", asegura.
En su discurso abordará "la dificultad sobre todo de contar lo acaecido, lo real, lo sucedido", y cita como ejemplo lo que se pretende hacer estos días con motivo del bicentenario del 2 de Mayo de 1808. "Yo vengo a decir que eso es prácticamente imposible". "En realidad, se podría decir que lo único que se puede contar cabalmente es lo que no ha pasado, lo que no ha ocurrido, y ésa es un poco la paradoja del discurso", afirma.
El escritor se muestra "pesimista" sobre el futuro del español y dice que el uso incorrecto de este idioma "es una marea muy difícil de parar, por no decir que es imposible pararla", un problema del cual "los medios de comunicación son en grandísima medida responsables".
Cada vez es más raro que la gente domine la lengua, que la tengan asida. Y no me refiero a personas de poca cultura, que a veces hablan con más propiedad que los ministros". "El otro día oí a una ministra recién nombrada decir lo siguiente: 'Estoy muy contenta de asumir este reto en primera persona'", señala.
¿Pero cómo que va a asumir algo en primera persona? No va a ser en tercera…”, se extraña Marías, para recordar que "las cosas se viven en persona; en primera persona se cuenta algo, se relata". "Y esto en un político. Por favor, vaya usted a su casa y aprenda a hablar antes de ser ministra y antes de ser casi nada", añade.
Otro ejemplo reciente, esta vez de la televisión: en una serie española el escritor escuchó la expresión "entonces, no esperamos por ellos", en vez de "no los esperamos", y afirma que la primera es una traducción literal del inglés "to wait for them". "Los vicios de las traducciones malas se incorporan ya a la propia creación".
El autor de ‘Todas las almas’ se refiere también a "otro peligro" que le preocupa: "La tendencia por parte de diferentes colectivos a querer cambiar la lengua por decreto", entre ellos "los grupos feministas" que ejercen "una gran presión para que se metan palabras en el Diccionario de la Academia" o para que se saquen de él.
La Academia de la Lengua "simplemente registra lo que se dice en la calle", y las palabras se incorporan al Diccionario cuando su uso está comprobado "y tienen ya carta de naturaleza", recuerda el novelista. Entre los términos que las feministas desearían ver fuera del Diccionario, Marías cita "uno de los sentidos de 'mujer pública', cuando equivale a 'prostituta". "Eso les molesta mucho, pero en la lengua ha tenido ese sentido, aunque es injusto porque 'hombre público' no tiene nada que ver con la prostitución".
"Se puede intentar que se use menos, pero querer quitarla del Diccionario es intolerable, algo propio de los dictadores", subraya Marías, para aludir a continuación a los colectivos que pretenden la supresión de palabras que puedan sonar a antirracistas, como "judiada".
Esa palabra, "antipática en sí misma, ha existido y debe figurar en el Diccionario, aunque ahora no se emplee apenas", como tampoco se utiliza mucho "fardar", un término que Marías decía de niño y que defiende a capa y espada.
El ámbito del habla es uno de los más libres que existe, junto con el del pensamiento, y nunca se debe imponer nada", asegura.
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14 abr 2008

¿Quién asesora al Parlamento de Andalucía?


¿Quiénes serán los miembros ("y miembras") que componen el comité de Lenguaje no sexista que asesora al Parlamento de Andalucía? Ocultos en el anonimato y descubriendo su desconocimiento del español hacen las siguientes recomendaciones (El Boletín Oficial del Parlamento de Andalucía núm. 734, el día 8 de octubre de 2007).

1. Desdobles
Una de las opciones para que la presencia femenina se concrete en los textos o documentos es el desdoble de los sustantivos en singular. Este desdoble no ha de extenderse a los artículos y adjetivos que los acompañan, por ser redundante: se aplicarán las reglas generales de la concordancia y tales palabras deberán aparecer en masculino. Puede también recurrirse a sustituir el adjetivo por algún calificativo invariable que complemente a los dos sustantivos –por ejemplo, «hábil» en lugar de «habilidoso y habilidosa »–, pero esto sólo resulta posible en contadas ocasiones.
Razones también de concordancia hacen que se prefiera el orden masculino-femenino, pues si, en principio, respetando el orden alfabético, podría ser el femenino el primero en aparecer en el desdoble, o incluso cabe la posibilidad de alternar en el orden, se plantean algunas dificultades, ya que el determinante debería adoptar el género del sustantivo más cercano, es decir, el femenino, y no se seguirían las reglas generales de la concordancia. En efecto, siempre que el sintagma va acompañado por algún adjetivo calificativo, o bien en los casos en que tales adjetivos actúen como atributos o predicativos, o en oraciones pasivas, podrían plantearse casos de ambigüedad y entender que el adjetivo sólo modifica al último. Por ejemplo, si se optara por «La Presidenta o Presidente electo prestará y solicitará de los demás Diputados el juramento o la promesa de acatar la Constitución y el Estatuto de Autonomía...», puede crearse la confusión y pensar que «electo» sólo se refiere a «Presidente», además de que parece algo incoherente que en un único sintagma el artículo aparezca con el género femenino y el adjetivo con el masculino.
Otra aclaración que queda por realizar sobre este punto es la aparición, en el desdoble, de un solo determinante. En la mayor parte de los casos, el sintagma que se emplea presenta la siguiente estructura: sustantivo masculino singular + conjunción disyuntiva «o» + sustantivo femenino singular –«el andaluz o andaluza»–, pues ambos nombres, realmente, se refieren a una misma persona –puede ser un hombre o una mujer, indistintamente–. Una excepción a ello se produce, precisamente, en los sustantivos de una sola terminación, como «participante», «solicitante», «portavoz», «adquirente», «vocal», «compareciente», «representante»... Varias son las soluciones que se pueden dar a estos casos.
Una de ellas es la de sustituir el sustantivo invariable por otro en que el cambio de sufijo sirva para indicar el género –ej.: «el rival o la rival» puede sustituirse por «el adversario o adversaria», «el intérprete o la intérprete» puede sustituirse por «el traductor o traductora»–, o bien por un sustantivo común –«miembro», «persona»– acompañado, si es preciso, de un complemento preposicional –«miembro de la Camara»– u oracional –«la persona que comparezca»–. Una variante de esta posibilidad es utilizar el sustantivo desdoblado seguido del sustantivo invariable como adjetivo –«un alumno o alumna representante», en lugar de «un representante o una representante»; «el médico o médica forense» en lugar de «el forense o la forense»–. Cuando ninguna de estas opciones sea posible, deberá realizarse el desdoble con los dos determinantes, para así poder distinguir la forma masculina de la femenina –«el participante o la participante»–. El desdoble en los sustantivos obliga necesariamente a desdoblar los pronombres demostrativos. –ej.: «La Mesa se reunirá a convocatoria del Presidente o Presidenta y estará asesorada por el Letrado o Letrada Mayor, quien redactará el acta de las sesiones y cuidará, bajo la dirección de aquel o aquella...»–. No obstante, por razones estilísticas, es recomendable evitarlos.
Hay detractores del uso reiterado del desdoble, para los que tal procedimiento no hace sino alargar en demasía algunos textos, con lo que éstos pierden fluidez y puede llegar, incluso, a perderse el hilo discursivo. El mensaje se hace pesado y repetitivo, además de atentar contra uno de los principios básicos del lenguaje: la economía. Quienes así opinan consideran, además, que, puesto que, en español, el género masculino es el género no marcado –puede utilizarse con valor específico, significando el sexo masculino, o genérico, significando la clase o categoría, tanto si empleamos el sustantivo en singular como si lo usamos en plural, y más, incluso, en este último caso–, no se hace sino un uso correcto al emplear el sustantivo en masculino para abarcar ambos géneros.
Con todo, cuando se desee mostrar lingüísticamente la presencia femenina en igualdad de condiciones con la masculina, es preciso sacrificar la economía. A este fin, el desdoble se manifiesta, realmente, como un procedimiento muy adecuado, particularmente en los textos jurídicos, puesto que el principio de seguridad jurídica impide sustituir determinados términos por otros más genéricos que pudieran dar lugar a ambigüedad o inconcreción. En cualquier caso, si el argumento esgrimido por quienes prefieren no utilizar el masculino genérico es que es recomendable evitar en cualquier circunstancia el ya citado «salto semántico», se observa que al menos las disposiciones de carácter general no suelen plantear problemas en ese sentido, pues la mayoría de las referencias se hacen a clases o categorías, no a personas en concreto, tanto cuando los sustantivos aparecen en singular como cuando aparecen en plural. A pesar de ello, si por razones estilísticas no se viera recomendable el uso de desdobles –el texto resultante podría llegar a ser muy farragoso–, se mantendrá el masculino plural como genérico.
2. Utilización de sustantivos genéricos o colectivos
En nuestra lengua existe un buen número de sustantivos, individuales y colectivos, que, con independencia de su género, hacen referencia tanto a hombres como a mujeres. Son los casos, por ejemplo, de «persona», «miembro», «asamblea», «grupo»... Su empleo hace perder precisión a la oración en que se insertan, pues su significado será siempre más amplio e indeterminado que el de los sustantivos que se pretenden sustituir.
Para poder hacer uso de ellos se ha de acotar su significado, acompañándolos con algún complemento adjetival –«el personal funcionario»–, preposicional –«un miembro de cada curso en representación del mismo»– u oracional –«las personas que soliciten»– que especifique su contenido, aunque en ocasiones sea necesario, en aras de la exactitud, alterar un poco el orden de la oración.
3. Empleo de perífrasis
Se define como «perífrasis» cualquier giro, expresión o conjunto de palabras empleadas para expresar algo que puede decirse de un modo más conciso –el caso de «personas interesadas» por «interesados»–. Con tales circunloquios pueden evitarse participios en masculino –«para su elección», en lugar de «para ser elegido»– que podrían resultar demasiado marcados.
Se pueden emplear también perífrasis, con la intención generalmente de evitar desdobles, en las fórmulas de remisión, empleadas con cierta frecuencia en los textos normativos, siempre que no den lugar a ambigüedades ni confusiones.
4. Construcciones metonímicas. Nombres abstractos de acciones o cualidades
La metonimia es un tropo que consiste en designar una realidad con el nombre de otra, tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etcétera.
Para evitar el masculino genérico, se puede, en determinadas circunstancias, utilizar dicho tropo y aludir, por ejemplo, al nombre del órgano, puesto, profesión u oficio que se posee en el lugar del titular del mismo o la persona que lo desempeña. Se ofrece así la posibilidad de evitar muchos desdobles –«la Presidencia» por «el Presidente o Presidenta» «Jefatura» por «Jefe o Jefa», «abogacía» por «abogado o abogada»–. Sin embargo, tales nombres abstractos no son sinónimos de aquellos otros que se intenta evitar, sin perjuicio de que a veces se utilicen como tales, por lo que este recurso ha de emplearse con sumo cuidado.
También resulta factible la posibilidad de emplear nombres abstractos de acciones o cualidades –en lugar de «hará constar el autor o autora de la iniciativa» puede emplearse «hará constar la autoría de la iniciativa», o, en lugar de «habrán de proponer sus candidatos», «habrán de proponer sus candidaturas»–.

5. Uso de pronombres sin marca de género
Un modo de evitar la marca masculina en el pronombre relativo «que» precedido por «el», «los», «aquel» o «aquellos», así como en otras oraciones relativas –«los aspirantes que no fueran admitidos»–, es sustituir dichas formas por las invariables «quien» y «quienes» cuando se refieran a un sustantivo de persona –«quienes no fueran admitidos»–. Es un recurso que puede manejarse con bastante frecuencia siempre que el antecedente quede perfectamente definido y no dé lugar a confusión. Evidentemente, los términos que lo complementen, como el participio del ejemplo anterior, han de aparecer, siguiendo las reglas generales de la concordancia, en masculino.
Con estas expresiones se evitan también algunos sustantivos en masculino procedentes de participios de presente, con una sola terminación y, por tanto, problemáticos para ser desdoblados –«quien la haya solicitado» por «el solicitante»–, y de pasado –«quienes resulten elegidos» por «los elegidos»–.

6. Omisión del sujeto. Utilización de estructuras con impersonal, formas de pasiva y formas no personales del verbo
Ya se ha comentado cómo la particular necesidad de precisión y exactitud de los textos jurídicos impone una estructura oracional bastante cerrada. Por eso, en dichos textos el sujeto no se ha de omitir: cada artículo y cada apartado deben tener sentido completo. Sí cabría la posibilidad de realizar dicha supresión dentro de un mismo párrafo, o bien cuando el contexto haga referencia de un modo claro a la persona o personas de las que se habla. Por ejemplo:

«Ningún Diputado podrá hablar sin haber pedido y obtenido del Presidente la palabra. Si un Diputado al ser llamado por la Presidencia no se encuentra presente...» (art. 76.1, RPA)
«Ningún Diputado o Diputada podrá hablar sin haber pedido y obtenido la palabra. Si [...] al ser llamado por la Presidencia no se encuentra presente...»


En algunas ocasiones sí es posible prescindir de la referencia directa al sujeto recurriendo al «se» impersonal o a formas de pasiva. Puesto que en estos casos el agente de la acción queda oculto, sólo se omitirá en los supuestos en que dicho agente quede explicitado de algún otro modo, normalmente porque ha sido reseñado con anterioridad y su referencia queda muy cercana. Por ejemplo:
«Los derechos y prerrogativas serán efectivos desde el momento mismo en que el Diputado sea proclamado electo. Sin embargo, celebradas tres sesiones plenarias sin que el Diputado adquiera la condición de tal...» (art. 5.1, RPA)
«Cuando el usuario solicite la devolución, deberá adjuntar la fotocopia de la licencia. Si el usuario no la solicitara…»
«Los derechos y prerrogativas serán efectivos desde el momento mismo en que el Diputado o Diputada sea proclamado electo. Sin embargo, celebradas tres sesiones plenarias sin que se adquiera la condición de tal...»
«Cuando el usuario o usuaria solicite la devolución, deberá adjuntar la fotocopia de la licencia. Si no se solicitara…»


Otra forma de evitar la alusión al sujeto consiste en emplear las formas no personales del verbo de modo absoluto, que será posible siempre que quede explícito de alguna otra forma. Por ejemplo:
«Cuando, a juicio de la Presidencia, en el desarrollo de los debates se hicieran alusiones que implicasen juicios de valor o inexactitudes sobre la persona o conducta de un Diputado, podrá concederse al aludido el uso de la palabra por tiempo no superior a tres minutos, para que, sin entrar en el fondo del asunto en debate, conteste estrictamente a las alusiones realizadas. Si el Diputado excediera estos límites...».

«Cuando, a juicio de la Presidencia, en el desarrollo de los debates se hicieran alusiones que implicasen juicios de valor o inexactitudes sobre la persona o conducta de un Diputado o Diputada, podrá concederse a la persona aludida el uso de la palabra por tiempo no superior a tres minutos, para que, sin entrar en el fondo del asunto en debate, conteste estrictamente a las alusiones realizadas. De exceder estos límites...»

7. Empleo de determinantes sin marca de género
El uso del posesivo de tercera persona en lugar del artículo es también una posibilidad utilizada en los casos en que el sustantivo tiene una sola terminación. Se evitan así algunos desdobles, que, además, exigirían el empleo del artículo en ambas formas. Por ejemplo:
«Son causas de pérdida de la condición de Diputado:
1.º La anulación de la elección o de la proclamación del Diputado mediante sentencia judicial firme.» (art. 19, RPA)
«Son causas de pérdida de la condición de Diputado o Diputada:
1.º La anulación de su elección o de su proclamación mediante sentencia judicial firme.»
Así se evita también el adjetivo sustantivado «mismo» con sentido anafórico, cuyo uso no es recomendable, pues siempre es posible sustituirlo por un demostrativo, un posesivo o un pronombre personal.
Otra forma de evitar el abuso del masculino consiste en emplear, junto a sustantivos de una sola terminación, determinantes sin marca de género, como, por ejemplo, «cada» o «cualquier» –«ej.: cada participante»–.

8. Otros recursos
También es posible eliminar alusiones sexistas en un texto acompañando al sustantivo de persona en plural de alguna aposición explicativa que clarifique que el masculino está utilizado de modo genérico, impidiendo, de ese modo, otra interpretación. No es más que una variante del desdoble, en la que al sintagma nominal se une una complementación entre comas donde queda explícita la dualidad de sexos. Es el caso de «los trabajadores, tanto mujeres como hombres...».
Otra variante del desdoble, la barra –señor/a–, puede ser solución viable únicamente en impresos, formularios o documentos análogos, ya que el resultado que se obtiene con ello no es luego fácilmente legible. De cualquier modo, cuando la alternancia de género no se señala con el cambio del sufijo –o/-a, sino con sufijos o incluso palabras diferentes, han de aparecer ambos términos separados por la barra –actor/actriz, varón/hembra–. (VÉASE LA PÁGINA 30, PRIMERA COLUMNA DEL BOLETIN OFICIAL)

Firma: La Presidenta del Comité, María del Mar Moreno Ruiz

11 abr 2008

¿Tienen sexo las palabras o, simplemente, género?



¡Ni vascos y vascas, ni diputados y diputadas! El nuevo Congreso se enfrenta a una moción para cambiar su nombre para evitar el masculino.

¿El hecho de que un término sea masculino o femenino depende de su evolución dentro de una cultura en la que, hasta hace poco, las mujeres eran invisibles o, por el contrario, depende de una serie de reglas gramaticales ajenas a toda ideología? ¿Se refiere también a las vascas el plural "vascos" o es necesario citar ambas formas como hace, incansable, el lehendakari Ibarretxe? ¿Están incluidas las diputadas en el nombre actual del Congreso de los Diputados? La gramática dice que sí, pero los lingüistas no acaban de ponerse de acuerdo. Y la polémica sobre el posible sexismo del lenguaje arrecia. ¿Una nueva batalla contra la discriminación o el enésimo artificio políticamente correcto?

En diciembre de 1978 murió Golda Meir y a más de uno le escandalizó que se hablara de ella como ex primera ministra israelí. Y eso a pesar de que la Real Academia Española había aceptado ya el femenino de ministro. Por no hablar de que, en 1925, Rafael Alberti había llamado a la luna "presidenta de la noche". Con el acceso de las mujeres a profesiones tradicionalmente ejercidas por los hombres han llegado las dudas sobre si la corrección política puede convivir con la gramatical. Es decir, si, en el camino de arquitectas, juezas y abogadas, Angela Merkel será algún día cancillera alemana o Soraya Sáenz de Santamaría, portavoza del PP.

El nombre de las profesiones es uno de los mayores campos de batalla contra el posible sexismo. El otro, y tal vez el más ruidoso, es el desdoblamiento de masculino y femenino -el compañeros y compañeras de Llamazares o el citado vascos y vascas de Ibarretxe-, llamativo por su uso fundamentalmente público y porque rompe una de las reglas más simples del lenguaje, clásica y muy anterior al SMS, la economía: decir todo lo posible con el menor número de palabras posible. Algo que, entre otras cosas y sexos aparte, hace que en ciertos contextos la palabra día incluya también a la noche.

La gramática española recuerda que en las lenguas románicas el masculino es el llamado género no marcado, es decir, que abarca a individuos de los dos sexos. Sirve para los seres humanos, claro, pero también para los animales. Cuando alguien dice que el oso es una especie en peligro de extinción incluye tanto a machos como a hembras.

Para Ignacio Bosque, miembro de la RAE, el desdoblamiento es un artificio que distancia aún más el lenguaje de los políticos del lenguaje común. "Si uno habla del nivel de vida de los españoles, es absurdo añadir 'de las españolas'. Suena incluso ridículo", apunta. "Si yo le pregunto a alguien cómo están sus hijos se entiende que también le pregunto por sus hijas. No creo que sea discriminatorio". Bosque es ponente de la comisión que trabaja en la nueva gramática, que estará lista en dos años. La anterior era de 1931 y el esbozo para la renovación, de 1973. El académico insiste en que lo que algunos consideran el "ladrillo simbólico" del patriarcado no responde más que a una simple regla gramatical. La misma que funciona cuando se coordinan un sustantivo masculino y uno femenino. En "Juan y María han ido juntos", "juntos" es un masculino plural: "Así es el idioma, no hay otra forma de decirlo". El lingüista sostiene que incluso los políticos son conscientes de que la doble forma es artificial: "Cuando no tienen delante un micrófono hablan como todo el mundo". Incluso hablando en público los políticos se relajan. Al final del último Consejo de Ministros, la vicepresidenta del Gobierno aseguró, a vueltas con la sequía en Barcelona, que al final habría agua para todos "los barceloneses y las barcelonesas". Acto seguido añadió que en el mismo caso estarían los valencianos, los murcianos y los andaluces. Esta vez, sólo en masculino plural. "Quienes proponen el desdoblamiento se dan cuenta de que no pueden mantenerlo a ultranza", insiste Bosque.

Mercedes Bengoechea, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Alcalá de Henares y estudiosa del sexismo en el lenguaje, está de acuerdo con su colega académico: usar el masculino y el femenino sistemáticamente es insostenible. Pero matiza: "Lo importante es que quede en la referencia personal, en los sustantivos". Además, recuerda que el desdoblamiento no es un invento nuevo. Está en el Cantar de Mío Cid, en el Libro de buen amor y en el romancero: "Allí se habla de hombres y mujeres, moros y moras... Es un recurso de la oralidad, es cierto, pero ahí está. Se encuentra hasta después de Cervantes, pero cuando aparecen las academias se crea una norma androcéntrica".

La Real Academia Española se fundó en 1713 y la primera mujer en ingresar en ella, la escritora Carmen Conde, lo hizo en 1978. De los 40 académicos actuales, sólo tres son mujeres. La novelista Ana María Matute, la científica Margarita Salas y la historiadora Carmen Iglesias. Con todo, Bengoechea no cree que el sexismo sea voluntario. Y ése es, en su opinión, el problema. "Ya sé que cuando alguien dice 'telespectadores' no tiene intención sexista", dice. "Es una herencia cultural. Como los toros. También heredamos palabras. Yo misma dejé de usar 'minusválido' porque dos alumnos me dijeron que, como afectados, les sonaba fatal. Preferían 'discapacitado'. Alguien tiene que abrirte los ojos".

Una de las salidas a la polémica del desdoblamiento es el uso de sustantivos colectivos -decir magistratura o justicia en lugar de jueces y juezas- y nombrar las instituciones según la actividad y no según el sexo -Colegio de la abogacía en lugar de Colegio de abogados-. Ignacio Bosque, que recuerda que la nueva gramática limita el desdoblamiento a situaciones en las que su ausencia podría ser malinterpretada -como en el caso de "los españoles y las españolas pueden servir en el Ejército"-, recuerda también que el uso de sustantivos colectivos no siempre funciona. El alumnado es, sí, el conjunto de los alumnos, pero "el conjunto de los enfermos no es la enfermería, ni el conjunto de los médicos es la medicina, ni el conjunto de los periodistas es el periodismo".

Con todo, el lenguaje político y legal ha sido el más vigilante ante el posible sexismo, aunque los legisladores siguen demorando la respuesta a la demanda de quienes piden que se reforme el artículo 14 de la Constitución, el que dice que todos los españoles son iguales ante la ley. ¿Están también las españolas en ese masculino plural? La gramática, ya vimos, dice que sí. Algunas teorías, que no. Entretanto, el Congreso corrigió en noviembre de 2006 los términos considerados sexistas en el nuevo estatuto andaluz. Se añadió "andaluzas" "pueblo andaluz" y "ciudadanía andaluza" donde sólo decía "andaluces". También se añadieron "funcionarias" y "ciudadanas". Todo ello haciendo caso omiso a un informe encargado a la RAE por el Parlamento sevillano.

En ocasiones, el colectivo es una solución fácil, como cuando la Ley de Soldados y Marineros se transformó en Ley de Tropa y Marinería. En otras, la manera de dar con una buena respuesta consiste en eliminar la pregunta. En noviembre de 2004 Convergència i Unió presentó una proposición no de ley para pedir que la futura reforma de la Constitución incluyera que el Congreso lo sea a secas y deje de ser sólo de los Diputados. "El plural masculino es gramaticalmente correcto, pero hace invisibles a las mujeres", afirmó en el debate la convergente Mercé Pigem. Reelegida el pasado 9 de marzo para una Cámara en la que, pese a la Ley de Igualdad, en esta legislatura habrá una mujer menos que en la anterior, la parlamentaria recuerda que se trataba de que "el nombre del Congreso no deje fuera a casi la mitad [menos del 36% en realidad] de sus miembros". Izquierda Unida llegó a plantear incluso que se denominara Congreso de los Diputados y de las Diputadas.

Finalmente, la Comisión Mixta de los Derechos de la Mujer y la Igualdad de Oportunidades, formada por 38 mujeres y dos hombres, aprobó la propuesta catalana por unanimidad. La votación, con todo, no era vinculante y su puesta en práctica está supeditada a que la actualización de la Carta Magna vaya más allá de lo propuesto por el propio Gobierno, fundamentalmente reformar el Senado y terminar con la discriminación de la mujer en la sucesión real. "El PSOE se comprometió", afirma Pigem, "pero hay que seguir vigilantes". La legislatura que ahora comienza dirá. Aunque no parece claro que la Constitución vaya a tocarse demasiado, sigue en el aire una medida que a pioneras como Clara Campoamor o Victoria Kent, parlamentarias en los años treinta, les habría resultado de un futurismo intrépido, muy posible pero poco probable. Ellas se llamaban a sí mismas "diputado".

Aun así, el interés de las Cortes está por eliminar en lo posible el lenguaje sexista, siguiendo una sensibilidad cada vez más extendida en la Administración. En 1999 el Ayuntamiento de Madrid decretó que cuando se mencionaran en sus documentos puestos ocupados por personas concretas, se utilizara "el género masculino o femenino que a la persona concreta corresponda". También había decidido modificar sus formularios para evitar formas como "el titular", "el firmante" o "el que suscribe". También los diccionarios han cambiado. En las definiciones se tiende cada vez más a usar "persona que" en lugar del tradicional "el que". "En el fondo, los académicos no están tan en desacuerdo", apunta Mercedes Bengoechea, que recuerda que la publicidad ha empezado también a evitar fórmulas sexistas: "Nos hace visibles para que compremos más, pero es un síntoma". La filóloga, que es una de las impulsoras de Nombra.en.red, una base de datos del Instituto de la Mujer con alternativas para evitar el sexismo, afirma que buena parte de nuestro sentido de la corrección tiene que ver con la costumbre: "Hace 14 años un novelista español dijo que jamás se extendería la forma 'presidenta'. Y hoy la sociedad lo dice con naturalidad. Lo que suena raro es oír 'la presidente'. Si desde que fue elegida se hubiera llamado 'cancillera' a Angela Merkel nos sonaría normal. Pero me temo que ya no se va a feminizar. Ya lo hemos oído mucho".

Ignacio Bosque, sin embargo, recuerda que "canciller" es un nombre común (es decir, masculino y femenino a la vez) en cuanto al género, como otros terminados en -er (ujier, sumiller). Y no se desdobla: "Tiene que ver con paradigmas morfológicos. Estas cosas no son gratuitas. Cuando la Academia propone una solución es porque la ha pensado. Hay que fijarse en un paradigma completo. Existen razones puramente gramaticales para que las cosas sean así".
También son comunes sustantivos acabados en -ista como "pianista" o "artista". Otros, como "modista", también lo son, aunque "modisto" esté cada vez más extendido. Siempre hay casos particulares. En España se dice "clienta", algo que en América es muy raro. La nueva gramática, insisten los académicos, no impondrá una forma. Sólo explicará el uso que hacen los hablantes. Por ejemplo, que jueza está generalizado en Argentina, Costa Rica y Venezuela, pero no en México ni en España. Aunque, paradojas de la lentitud, tal vez lo esté cuando se publique la nueva norma. La política de la RAE es no imponer términos cuyo uso no se ha extendido. Es lo que sucede con "matrimonio", todavía no recogido en el diccionario académico como "unión legal de dos personas del mismo o de distinto sexo": "Si se reúne suficiente documentación de este uso nuevo, tendrá que estar", afirma el profesor Bosque. "La Academia refleja el uso que los hablantes hacen del idioma, no el que los políticos dicen que debe hacerse. Y es evidente que en la lengua común el desdoblamiento, por ejemplo, no se usa porque no hace ninguna falta".

Para quienes vigilan el supuesto sexismo lingüístico, las razones puramente gramaticales no son tan puras. Están, dicen, cargadas de ideología. Ésa es la base del problema y ahí la sintonía parece imposible. Todo el mundo está de acuerdo en que las lenguas no son el resultado de actos conscientes de los hablantes. Pero hay quien sostiene que esa inconsciencia está llena de prejuicios. Para aquéllos, las convenciones lingüísticas no son un reflejo directo de la sociedad. Para éstos, no hay otro más directo: "Se dice que la sintaxis son reglas inocentes y sin ideología porque se ha olvidado la sociedad y la historia que creaba esas reglas patriarcales", recuerda Mercedes Bengoechea. "Quedan restos de su origen. Una lengua nativa norteamericana, por ejemplo, habla de 'pájaros, fuego, mujeres y otros animales peligrosos'. Es curioso que entrasen en la misma categoría. El uso del masculino es una regla gramatical, sí, pero no ajena a la realidad. La lucha de los defensores de la neutralidad del lenguaje también es ideológica, como la nuestra, pero ellos no lo reconocen".
Bosque, en efecto, no comparte las razones extralingüísticas. "Existe discriminación, pero no en el lenguaje, en la vida: laboral y social. Ésa es la verdadera discriminación de las mujeres. La lingüística es falsa". Ambos filólogos coinciden, no obstante, en que los posibles cambios, sean los que sean, tendrán que venir de un uso mayoritario. "Yo evito el lenguaje sexista en lo posible, pero, como decana, por ejemplo, no impongo nada en los asuntos de mi facultad. Debe ser algo natural. También yo hace 20 años pensaba de otra manera", dice Bengoechea. No valen las imposiciones. Las palabras serán de quien sea, rezaba la vieja sentencia africana, pero la canción es nuestra.


Fuentes del texto:JAVIER RODRÍGUEZ MARCOS 10/04/2008, en El País:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/vascos/vascas/diputados/diputadas/elpepisoc/20080410