27 dic 2007

Semiótica, Hermenéutica y Pragmática


El concepto de Semiótica adquiere en el siglo XIX una nueva dimensión y puede decirse que después de una larga tradición (Estoicismo, Ockham, Leibniz, Locke), se le considera ciencia en el siglo XX.
Los estructuralistas, dirigidos por Saussure, de­fen­dieron la inclusión de la Lingüística en la Semiolo­gía y con­sideraron ésta última como el con­junto de valo­res que conforman el lenguaje o conjunto de relacio­nes en pre­sencia o en ausencia. Pero, según Peirce, estudioso del lenguaje desde el punto de vista de la lógica, la Semiótica "es la aproxi­mación epis­te­moló­gica al signo" y considera que los estudios lógicos deberían ocuparse antes que nada del signo comu­nicativo. También es interesante resaltar la teoría de Eco para quien esta ciencia es la que estudia todos los procesos culturales como procesos de comunicación, ya que los hombres actúan y se ponen en contacto según las conven­cio­nes sociales. En un estudio semiótico, nin­guna cir­cuns­tan­cia ais­lada tiene signifi­cado para una cultura. Así, para Boves, la Semiótica es "el conjunto de sabe­res o conocimiento de los signos". Siguiendo esta teoría, el profesor M. Ángel Vázquez Medel la represen­taría: TEXTO = PALABRA + VALENCIA + PALABRA
Y es que la palabra es el vehículo sígnico de un texto que carece de estructura, puesto que sólo tiene forma. Por tanto, tiene una capacidad distinta a otro tipo de sig­nos, códigos o sistemas.
La valencia es, por tanto, la que hace fuerte y pode­roso al texto dado que sirve de enlace a las pala­bras y les da valor. Podríamos considerarla como la parte "abstrac­ta" del texto.
Por otra parte, la hermenéutica es la teoría interpretativa del texto en la que cada elemento cobra un significado diferente según el recep­tor. Por tanto, la lectura o interpretación de un texto ha de ser abierta y, a su vez, tendrá distin­tas interpretacio­nes según el tipo de receptor.
En el curso de los procesos de la comunica­ción, los interlocutores sólo elaboran las partes de la infor­ma­ción que se relacionan con sus intereses, emocio­nes y roles. De aquí resulta la problemática de la comprensión del discur­so, de la comprensión del tema y de la com­pren­sión de las intenciones y estrategias del interlocu­tor. Por tanto, la comprensión del texto ha de tener como base el dominio del código; es decir, conocer los sig­nos, las pa­labras, su significación y sus reglas combinato­rias. Resul­tarían poco científico y muy peli­groso los hábitos menta­les, los pre­juicios y los esque­mas de in­ter­pretación ya hechos, pues representan abs­tracciones que, aunque sean necesarias, pueden simplifi­car el ex­tremadamente complejo mundo exte­rior.
En el caso de la pragmática, partimos de la base de que cada unidad, signo o partí­cu­la que compone un texto funciona sintagmática y paradig­máticamente. El estudio de práctico del producto textual y la teoría interpretativa de texto en su con­junto es lo que denomi­na­mos pragmática. Así, el método filosó­fico que defienden Peirce y James se basa en la validez de cualquier doctri­na filo­sófica, moral o política en sus efectos prácticos. Siguiendo la teoría de estos autores, el sentido de una oración y el significa­do de un concepto están en las consecuencias que impliquen para el receptor, según su experiencia sensitiva y cultu­ral.
La teoría interpretativa de los textos se basa en el estudio pragmático, cuyo objetivo es en el aná­li­sis de la relación signo-intérprete. Todo signo ha de perte­necer a un código y, por tan­to, el primero no puede existir sin el segun­d­o.­ ­Con esta teo­ría, estamos defendiendo una postu­ra total­mente opues­ta al Estructuralismo, ya lo que nos interesa es el texto en sí, qué es el texto y su des­cripción, puesto que el sig­ni­fican­te texto adquiere valor concep­tual dentro de un marco teórico determinado y pertenece a un sistema de signos; es decir, el signo adquiere un valor u otro según el intérpre­te y contex­tos concretos. Ejem­plo: la obra Ulises (Joyce) tiene un valor respecto a La Odisea de Homero. Así, la intertex­tualidad del Ulises es diferente para quienes hayan elido La Odisea que para los que no lo hayan hecho.
La bibliografía que se cita está detallada en la columna lateral de este blog

Imagen:
Ulysses de Joyce, ilustrado por Matisse (Foto de la Lilly Library de la U. de Indiana)

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